La frontera Táchira-Norte de Santander, históricamente el nervio económico de la relación colombo-venezolana, experimentó un punto de inflexión con la reapertura total de los pasos comerciales. Un factor clave en el lado venezolano ha sido la declaración de la Zona Económica Especial (ZEE) Táchira.
Esta medida, que busca atraer inversión y diversificar la matriz productiva de Venezuela, genera grandes expectativas. No obstante, nuestro análisis en Fundefid sugiere que su éxito dependerá de dos factores cruciales: la sincronización logística y el diálogo binacional.
Desafíos Post-Reapertura
Si bien el flujo comercial formal ha crecido desde la normalización, las cifras aún se encuentran lejos de los niveles históricos. Persisten cuellos de botella fundamentales:
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Infraestructura y Conectividad: La capacidad de carga y el estado de las vías de acceso a los puentes, así como la modernización aduanera, limitan la velocidad del comercio.
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Asimetría Regulatoria: La ZEE, al ofrecer incentivos fiscales y aduaneros especiales, podría generar una competencia asimétrica con el sector productivo de Norte de Santander si no se establecen marcos de cooperación que permitan la integración de cadenas de suministro y no solo una competencia por la atracción de capital.
Hacia una Visión Binacional
El verdadero potencial de la ZEE no reside en aislar el Táchira como un polo de inversión venezolano, sino en integrarlo estratégicamente con el pujante ecosistema de Norte de Santander.
Fundefid propone la creación de una mesa técnica binacional enfocada en cadenas de valor transfronterizas. Esto permitiría identificar sectores clave (como el agroindustrial y el manufacturero ligero) donde las empresas de ambos lados puedan complementarse, utilizando la ZEE como un nodo de producción y exportación hacia terceros mercados. Solo a través de la armonización de intereses y la coordinación logística se podrá asegurar que la ZEE Táchira actúe como un verdadero motor de desarrollo regional y no solo como un elemento de distorsión económica.
