La normalización política y la reapertura de los puentes fronterizos (como el Tienditas o el Simón Bolívar) fueron un avance institucional significativo. La esperanza era que la centralización del tránsito formal mitigaría el control territorial de los grupos criminales y las economías ilícitas que prosperaban en las «trochas».
Sin embargo, nuestros estudios de campo indican que, lejos de desaparecer, las estructuras criminales transfronterizas han entrado en una fase de reorganización y sofisticación.
Adaptación Criminal: La Trocha 2.0
Los grupos irregulares y las bandas dedicadas al crimen organizado han reorientado sus actividades:
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Diversificación: Si bien el contrabando de bienes básicos pudo haber disminuido, el enfoque se ha trasladado a actividades más rentables y menos voluminosas, como el microtráfico, la extorsión a migrantes y la trata de personas.
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Tecnificación: El control de las trochas secundarias ahora se ejerce con mayor cautela y tecnología rudimentaria, operando como puntos de peaje y vigilancia en zonas de difícil acceso, fuera del foco mediático.
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Control Social: Estos grupos siguen ejerciendo un control de facto sobre comunidades vulnerables, ofreciendo «seguridad» a cambio de lealtad o extorsión, reemplazando la presencia estatal efectiva.
Fortalecer la Cooperación en Inteligencia
Para combatir esta «Paz Armada», la solución no pasa únicamente por la presencia militar en los puentes, sino por una coordinación profunda en inteligencia y justicia.
Fundefid subraya la necesidad de reactivar y optimizar los comandos de vigilancia conjuntos con una misión clara: mapear las nuevas rutas ilícitas, intercambiar información en tiempo real sobre los líderes criminales y, crucialmente, atacar las estructuras financieras que sostienen estas economías. Solo con una estrategia de seguridad cooperativa y binacional se podrá desmantelar eficazmente la amenaza de los grupos que persisten en la zona de frontera.


